Tuesday, September 8, 2009


El don de tratar a las palabras como a las mujeres: conocer sus gustos, sus caprichos, sus debilidades; pareciera que bailara un tango con ellas. No vale la pena poner mis palabras, las suyas son contundentes: “Allí estaban, aparentemente inertes, hechas sólo de blanco y negro, pero de ellas, de su propio ser, surgían el amor, el terror, la piedad, el dolor, la admiración y todas las demás abstracciones imprecisas que tornan peligrosas, grandes y soportables nuestras vidas efímeras.”